El vino es una bebida espirituosa, es decir, una bebida con contenido alcohólico procedente de la destilación de materias primas agrícolas (uva, cereales, frutos secos, remolacha, caña, fruta, etc.). Las bebidas espirituosas ayudan tener una biota intestinal sana y son estas bacterias las que regulan y controlar el balance adecuado del pH del cuerpo esencial para la salud.
Por su alto atributo digestivo, el vino, en especial el tinto, es la única bebida verdaderamente adecuada para acompañar los alimentos, pues incrementa el flujo de sangre en el sistema digestivo durante la digestión.
Los taninos del vino tinto ayudan a la correcta secreción de la enzima pepsina que es la que permite fragmentar las moléculas de las proteínas, permitiendo la correcta asimilación de los nutrientes.
El vino tiene varios beneficios para la salud como el de ser altamente antioxidante. El resveratrol del vino es un regenerador celular que utiliza las toxinas para producir energía. Por su parte, los bioflavonoides favorecen la elasticidad vascular y por ende la correcta irrigación de sangre.
El vino también es antiespasmódico, es un depurante pues incremente la correcta producción de jugo biliar. Por si fuera poco, sus polifenoles ayudan a mejorar la fijación de la creatina en las células musculares y es un nutriente celular.
Sin embargo, no debemos perder de vista que la diferencia entre alimento, veneno y medicina, está la dosis. Una o dos copas de vino diario son la medida adecuada.
El vino es la mejor versión de una tierra, cuenta la historia de una uva que triunfó. El vino tiene una profunda raíz histórica y de simbolismo espiritual.
El vino nació hace 5 mil años y más que ser una mera bebida, tiene un sin fin de simbolismos. Sus orígenes se remontan a Babilonia pero fueron los romanos quienes lo expandieron por toda Europa. De acuerdo con la mitología romana, la sangre de Dionisio, dios del gozo, era vino y de ahí nace la relación del vino con el disfrute, la virtud y la buena esperanza; también entre el vino y la sangre de las deidades.
En la tradición judía, el Purim (celebración en la que se festeja que el pueblo judío en su totalidad se salvó del exterminio en manos de los persas por intervención de Esther) se festeja con vino.
En la religión de Mitra y luego en el cristianismo, la sangre de la deidad se representa con vino, tradición que viene de la mitología romana. Entonces el vino tiene un aspecto sagrado desde la antigüedad.
Los griegos le daban al vino un uso terapéutico: “si el vino es como la sangre, por qué no usarlo para sanar la sangre”. Y es que ciertamente, consumido con moderación, el vino es un cardiotónico.
El vino es un receptáculo que une lo terreno (la vid que viene de la tierra) con el mundo espiritual. Llevado a lo que pasa en el cuerpo: el vino une nuestra raíz que es el intestino con el cerebro límbico.
Hay uvas que son potentes que son de energía masculina como Cabernet y uvas más suaves de energía femenina como la Merlot, por lo que pueden tener una aplicación terapéutica dependiendo de las mezclas y de cómo se consuma.
Por: Grupo de Especialistas Biaani
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